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Galletas de avena
por Ana Ruth Enriques
Hoy extraño profundamente la belleza del otoño. Hasta hace poco menos de un mes, los árboles coloreaban los parques y las plazas con sus hojas rojas, naranjas y amarillas. Su caída se sintió como la separación tras un último abrazo de la tierra. Y entonces llegó el invierno.
Sin vos, ya no soporto esta temporada abominable. Una ráfaga helada se cuela por la ventana. Afuera, los árboles desnudos tiritan casi tanto como yo.
Marta vino a cebarme unos mates y trajo galletas. Pero, aunque son las tres de la tarde, estamos encerrados en la cocina, alrededor de la mesa chica, porque desde que te fuiste hay menos siestas de sol.
¡Es tan parecida a vos! A veces me hace rabiar con sus vigilancias. Pero me alegra que me haya devuelto tus galletas de avena... y ¡esta vez siguió muy bien la receta! Cada bocado es una ventana, una simple escapada de este hielo gris que me rodea y parece que te vuelvo a ver. Te veo frente al horno, sacando una bandeja de galletas crujientes. El aroma cálido de la avena recién horneada me golpea el rostro y con él siento la vuelta de la primavera.
This piece was published in 2023 as part of the Around the World in Mormon Literature contest by the Mormon Lit Lab. Sign up for our newsletter for future updates.